En un mundo donde el crecimiento económico y la estabilidad social son metas fundamentales para cualquier país, la inversión en la primera infancia emerge como un imperativo ineludible. La evidencia es clara: los primeros años de vida son críticos para el desarrollo físico, emocional, cognitivo y social de un individuo. Sin embargo, la falta de acción de los actores responsables de velar por el desarrollo de en esta etapa crucial. tiene consecuencias devastadoras, no solo para el bienestar individual, sino para el futuro económico y social de toda una nación.
El desarrollo infantil temprano está influenciado por una serie de factores interrelacionados que incluyen el cuidado sensible y cariñoso, la nutrición y salud, la educación materna y el entorno socioeconómico. Sin el apoyo adecuado en estos ámbitos, los niños y niñas enfrentan un alto riesgo de sufrir un desarrollo deficiente, lo que repercute en su rendimiento escolar, su salud a largo plazo y su capacidad para integrarse de manera productiva en la sociedad.
La falta de inversión en la primera infancia no solo afecta a los niños y sus familias, sino que también representa un riesgo económico significativo para los países. Por ejemplo, estudios han demostrado que la falta de inversión en educación preescolar puede resultar en pérdidas del Producto Interno Bruto (PIB) de hasta un 4.1%, como se ha observado en países como Guatemala y Nicaragua. Aplicando esta cifra a Panamá, estaríamos hablando de una pérdida económica comparable, lo que equivale a una reducción significativa del crecimiento económico, menor productividad laboral y un aumento en los costos sociales a largo plazo.
El Retorno de Inversión en la Primera Infancia
Invertir en la primera infancia es una de las decisiones económicas más inteligentes que un país puede tomar. Los retornos de esta inversión se estiman entre un 7% y un 10% anual, reflejando mejoras en la salud, la educación y la reducción de actividades criminales. Este retorno no solo beneficia a los individuos, sino que fortalece la economía en su conjunto, creando una base sólida para el crecimiento sostenible y equitativo.
La pregunta que debemos hacernos como sociedad es: ¿Podemos permitirnos no invertir en nuestros niños? La respuesta es un rotundo no. Como ciudadanos y como Estado, tenemos la responsabilidad de asegurar que todos los niños y niñas en Panamá tengan acceso a los recursos y el apoyo que necesitan para desarrollar su máximo potencial. Las políticas públicas deben priorizar la equidad, asignar recursos adecuados y basarse en evidencia científica para garantizar que cada niño, sin importar su origen, tenga la oportunidad de prosperar.
En United Way Panamá, entendemos que la inversión en la primera infancia es una inversión en el futuro de nuestro país. Hacemos un llamado a los líderes empresariales, a las autoridades gubernamentales y a la sociedad civil a unirse en este esfuerzo crucial. Juntos, podemos crear un Panamá más fuerte y equitativo para todos, donde cada niño y niña tenga la oportunidad de alcanzar su máximo potencial. No podemos permitirnos el costo de la inacción. Es hora de actuar, es hora de invertir en nuestra primera infancia.